un peregrinaje eterno hacia el horizonte, o hacia campos de hielo.



miércoles, 21 de septiembre de 2011

Reinterpretación del Salmo 137:

“En los sauces de la orillas
teníamos colgadas nuestras cítaras.”

El humo flotó de los campos al cielo,
y de los hombres sólo quedaron
gritos y lamentaciones.
Miré hacia la casa del Padre.

Hemos cantado,
pero ahora nuestras frentes tocan el suelo.
En los sauces de las orillas
colgamos nuestras cítaras.

Elevé mi voz al Padre, y dije,
“Padre, aleja este mal de mi”.
Pero El que mora en lo Alto,
enredó su respuesta en el viento.

Hemos loado al paisaje,
hemos hecho libaciones.
Todo es vano.
En los sauces de la orilla
teníamos colgadas nuestras cítaras.

Quedamos junto a los canales,
que como ríos van a Babilonia.
Quedamos vacíos de honor,
de patria, de palabras.
Lejos quedaron los muros de Jerusalén,
la blanca Sión.
Entre ella y nosotros,
el desierto, la noche, las langostas.

Ahora, frente a la Puerta de Ishtar,
acudo a ti nuevamente, Padre:
y si no he de ver tu sol nacer del este otra vez,
llévate mi alma al Paraíso.

Dejo todo al entrar al templo enemigo,
nada tengo, nada temo:
en los sauces de la orilla,
tiempo há colgué mi cítara.

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