supe de un bosque una vez.
(queda hacia el este;
o eso creía,
ahora no se...)
del bosque hacia el mundo nació,
como del suelo,
un ser elegido;
un heraldo del fin de los tiempos:
"haya fuego",
y lo hubo,
"haya mar",
y ya había,
"haya vida";
y Dios lo maldijo.
no fue más criatura inmortal:
a la tierra la abrió a cuchillazos;
desde el cielo llovió, y esa lluvia,
fue herramienta, y elixir en frascos...
se cosió una mortaja de ropas;
se erigió una mansión de osamentas;
y moró y mandó desde ella
a las sombras que araban sus siembras.
Desde el bosque brotó hacia el mundo
otro ser, aún más bello y brioso-
pero sin el poder de pensar;
sin palabras, el don misterioso...
y a ese ser; el heraldo mató,
ese ser, el guardián de los Bosques;
su venganza a la de Dios sumó
y le maldijo, ahora eternamente...
No murió, no es posible que muera-
Cancerbero le roe los huesos;
desde el abra se le oye gritar;
ruidos largos, fútiles, huecos.
Y así Dios le quitó las palabras,
lo ha arrojado por siempre al Erebo...
para nacer a las sombras y
morir para siempre al silencio.
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