la bruja del tiempo vive en una casa en el fondo de un pantano, y las plantas de su jardín nacen y mueren y renacen pero nunca cambian.
un sauce chorrea sobre el techo de tejas, delque pocas tejas quedan entre las telarañas y el yuyal; y a la bruja le gusta que el sol se cuele entre las rendijas; del cielo hasta la mecedora del living, donde siempre hay un brebaje cociéndose sobre un caldero; pero ni hay hogar ni hay fuego: lo que hay es magia y un enjambre de abejas que hicieron su panal en un armario donde antes había copas y frasquitos con alimañas.
la bruja vive sola.
por la noche salen sabandijas de bajo su cama, una nidada de trapos viejos con olor a pajonal, y se dispersan por el pantano y descuajeringan árboles a medio pudrir y tesoros enlodados. vuelven al amanecer, satisfechos, y se las arreglan para apretujarse entre los tablones del piso y los elásticos de la cama.
todo a su alrededor viene de un hechizo.
hace cientos de años, la bruja hizo sacrificios humanos también, danzó a dioses indígenas y, de las cenizas de los pueblos vencidos, profetizó.
aquellos que la escucharon hablaron de un futuro circular, donde lo que fue, es, y volverá a ser: se lee de las estrellas, del humo que sube al cielo. la bruja del tiempo volvió a su parche de pantano sin tiempo, y se quedó contemplando a la Tierra, y ahora más que nunca las sabandijas traspasan el tejido de su mundo atemporal y corretean por el mundo: fuera de los hombres, y dentro de los hombres.
a la bruja, el futuro le es indiferente. todo lo que fue, es, y volverá a ser, antes lo grabaron en calendarios y de entonces permanece en la sangre de los hijos; relojes les dicen pero la bruja sabe que siempre son el tiempo circular; el tiempo, que es una ilusión del que muere, porque lo eterno es atemporal.
por eso, las plantas de su jardín del pantano nacen y mueren, y renacen, y nuevamente mueren; y no cambian porque son hechizo, espíritu, magia orishá e hijas de la cruz de Cristo… así como el caldo primigenio delque surgieron el pantano, la bruja y el tiempo; y el resto es ficción de los hombres.
*
*
*
mueran las mayusculaaas